Betiana Tkaczyk
9 de septiembre de 2009
Los girasoles no brincan como los fantasmas.
Los patos no brillan como las gargantillas.
La miel no cae como los versos.
Y las golondrinas no vuelan porque sí.
Supeditado al destino,
deberías saber,
por el suelo de tus vísceras,
cómo hace para volar una intención,
cómo hace para nadar una sonrisa,
cómo hace para girar el viento,
cuando ya no es necesario.