viernes, 30 de marzo de 2012

La última palabra


Betiana Tkaczyk

30 de marzo de 2012


- Tuve una imagen. Todos, el mismo día, encontraron el silencio. ¿Porque dónde estaba nuestro ensueño siendo apropiado? Salí en su búsqueda. ¿Dónde estás silencio universal? ¿Alguien se lo preguntó alguna vez? 
- No te preguntes nada, es el cimiento de los cuerdos. No te preguntes nada, y vive, oculto, en el tiempo que te queda. Es muy importante que estés aquí. No lo olvides. 
- ¿Es muy importante? 
- Sí, muy importante. 
- No creo que tanto... 
- Cállate, muchacha. 
- ¿Pero... y todas las imágenes, las verdaderas, que duermen uno y otro día en el silencio? 
- Recuerda siempre, solo eres de carne cuando tienes la noble capacidad de la ignorancia. 
- ¿Pero... y la curiosidad? 
- Es el estilo de los locos, no está de moda. 
- ¿Y a quién le importa la moda? 
- A los de carne. 
- Es que tuve la imagen... todos, al fin, un día, estabamos profundamente despiertos en un el gran ensueño. Era hermoso.
- Pues dícelos y listo, muchacha.
- No me escuchan.
- No importa.
- ¿Entones qué importa?
- Que tu carne tenga un tiempo.
- Me aburre que mi carne tenga un tiempo. 
- ¿Y quién te dijo que estamos aquí para divertirnos?
- Mi tiempo.
- Tu carne querrás decir.
- No, mi tiempo de carne envuelto en otros tiempos de carne.
- Con eso no te puedo ayudar...
- Lo sabía.
- ...
- ...
- ¿Sabés lo que yo quiero? Quiero todas las imágenes. Alcanzarlas y traerlas a todas. Poder decirlas todas. 
- Pues..., dícelas y listo, muchacha. Dícelas y listo.
- Lo estoy haciendo.
- Entonces ya no puedo ayudarte.
- ¿Eso significa que...? ¿estás ahí...? ¿estás ahí? ...

(Pasa un tiempo de carne prudencial)

- ¿Estás ahí?...

(Pasa otro tiempo de carne prudencial, donde la muchacha escribía y escribía, tratando de alcanzar, cada vez más ambiciosamente, el silencio)

- ¡Sonamos!, soy poeta...
- Dícelos y listo, muchacha.
- ¡Volviste!
- Siempre vuelvo.
- No quiero ser poeta.
- Uno no es lo que quiere, sino lo que es.
- ¡Me cago en diez!
- No blasfemes, muchacha. Sólo dícelos y listo.
- ¡Me voy a cagar de hambre!
- Sólo dícelos y listo.
- ¡Voy a terminar muerta!
- Sólo dícelos y listo.
- ¡No estoy de moda! ¡No es divertido ser poeta!
- Sólo dícelos y listo.
- ¡Lo estoy haciendo!
- Entonces ya no puedo ayudarte.
- Quiero darte un abrazo, antes de que te vayas, porque ahora sé que eso es lo que haces, después de esta frase. Y ya no sé si vas a volver...
- ¡Entonces, hazlo!
- ¡Lo estoy haciendo!
- Entonces ya no puedo ayudarte.

(Pasa un tiempo de carne prudencial, la poeta escribe y escribe, tratando de alcanzar todas las imágenes del silencio universal. Para su sorpresa, igualmente, muere, un día cualquiera, que no esperaba, justo cuando empezó a pensar que se estaba divirtiendo; y aún así, no pudo preverlo.)