lunes, 8 de abril de 2013

Ronda

Betiana Tkaczyk
8 de abril de 2013

Ronda la idea.
Hay días diferentes de los otros.

Cuando recuerdo pensar en los relatos inconclusos, simplemente los olvido, como si algo fuera a decir, no llores por mí, está bien. El campo, esos días, está verde; y qué otro modo de pisar la tierra se te ocurre:

El fango.

Los días del fango son dudosos, no hay síntesis, no hay estructuras, un montón de acontecer llevado en la próxima lápida, dibujando, derretido, el desequilibrio del cuerpo en los pies, que descalzos, no ayudan más que para hundir. Esos días las palabras se deslizan, y me embarran más y más, hasta quedar tendida, en el suelo; de qué otro modo se te ocurre que podría pisar la tierra:

El desierto.

Viene, viene la sed. Llegando sobre restos de lo que alguna vez fue vid, un cactus con leche, un invertebrado reptante, líbero, que nutriéndose prácticamente de nada, está dispuesto a cruzar el horizonte. Esos días todo huele a ausencias, dolores, y hambre. Esos días sé desde el principio al fin, escribo terca, y me queda chico el mundo, haciendo mierda el diccionario. Y qué otro modo se te ocurre para andar:

El aire.

Respiro, y suelto el andar del teclado. No escribo, floto. Esos días no me importa, no camino, ni proyecto, ni recreo, veo, sólo veo. Y no elijo lo que veo, sólo floto. Y si me gusta, veo. Y si no me gusta lo que veo, igualmente veo. Escribo sin manos y sin pies, con ojos puros; de qué otro modo se te ocurre que podría rondar.

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